Se cruzaron miradas; se reacomodaron en sus sillones; comenzaron a mover rítmicamente los dedos y se alisaron la ropa. La prédica de monseñor Luis Héctor Villalba contra el matrimonio de personas del mismo sexo fue el único momento de visible incomodidad del gobernador, José Alperovich, y de su esposa, la senadora nacional Beatriz Rojkés.
Hasta entonces, la homilía del prelado en el solemne Tedeum del 9 de Julio, en una Catedral colmada, había girado sobre la necesidad de combatir la pobreza, de redistribuir recursos en los sectores sociales más relegados y de reconocer una crisis dirigencial. La presidenta Cristina Fernández no asistió al oficio, como en 2009.
Los dos ejes del mensaje de dos carillas del Arzobispo de Tucumán fueron el pedido de generar un nuevo estilo de liderazgo basado en la ética, y la defensa férrea de la concepción tradicional de la familia heterosexual, en abierto rechazo a la reforma del Código Civil de la Nación, que será votada el miércoles en el Senado, con Rojkés en la banca.
Villalba articuló su discurso en cuatro puntos: comenzó con un recuerdo histórico, relacionado con el Bicentenario de la Patria; avanzó sobre un diagnóstico de los principales problemas de la sociedad, para derivar luego en los compromisos que se deben asumir con urgencia; y concluir con su oposición a los cambios legales.
Expresamente se refirió a la polémica iniciativa parlamentaria, al mencionar la proximidad de la decisión senatorial: "debemos recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas; está en juego una ley que pretende orientar la cultura del pueblo, y los tucumanos de diferentes credos, por abrumadora mayoría, ya expresaron su desacuerdo"."La unión en pareja de personas del mismo sexo es naturalmente distinta a la unión heterosexual que llamamos matrimonio. A realidades distintas corresponden denominaciones distintas, para no dar lugar a una apropiación indebida del concepto. La unión del matrimonio hombre-mujer abierto a la vida tiene características propias e irrenunciables que lo hacen la base de la familia y de la sociedad", puntualizó.
Las urgencias
Villalba convocó, en términos generales, a impulsar un estilo de conducción tendiente al desarrollo integral de la persona y de la sociedad, que sea superador de la omnipotencia del poder y no se limite a la gestión de las urgencias. "Todo líder, para llegar a ser un verdadero dirigente, antes que nada debe ser un testigo. Es decir, alguien que, con su testimonio personal sea una expresión de coherencia y de ejemplaridad y merecedor del respeto de sus adversarios. Debe escuchar, generar confianza, dialogar, buscar consensos y defender su posición con argumentos nobles. Extrañamos al líder que, sin mentir y con lealtad a sus convicciones, antepone el bien común y el servicio a los otros a sus ambiciones personales, con auténticas reglas éticas. Debemos pasar de un modelo de conflicto a otro de convivencia armoniosa", remarcó.
Villalba pidió que la discusión sobre el matrimonio gay no debe ocultar las prioridades nacionales de Justicia; educación; trabajo; inclusión y reconciliación social; fortalecimiento de las instituciones republicanas; justa distribución de bienes y federalismo, con la autonomía de provincias y municipios. "Hay hombres y mujeres, niños y ancianos, que se encuentran en situación límite y su necesidad debe convertirse en un fuerte clamor para nuestras conciencias. Nos encontramos ante un desafío gigantesco de honestidad, de inteligencia, de creatividad y de eficacia, que requiere de un mayor compromiso ciudadano. Es una crisis de la dirigencia, y quienes tenemos mayores cargas en la conducción de algún aspecto de la vida del país, somos más responsables de lo que está sucediendo", aseveró.